Las etapas de investigación, desarrollo e innovación son diferentes entre sí, pero están íntimamente relacionadas, hasta el punto de que a menudo se habla del ciclo de I+D+i, puesto que para que tenga lugar una tiene que haber terminado la otra. En algunas ocasiones, dependiendo del tema tratado, los límites no están bien establecidos, se solapan y no se sabe con precisión dónde termina una y comienza la otra. Muchas organizaciones designan a sus departamentos como áreas de innovación o de I+D+i, este último término quizás más amplio en su concepto.
El conocimiento generado en la etapa de investigación puede ser madurado y empleado para desarrollar nuevos productos y servicios para ser, finalmente, apropiados por las organizaciones y puestos a disposición del mercado y/o sociedad. Esto determina el ciclo de I+D+i, las relaciones que existen entre investigación, desarrollo e innovación.
El modelo de innovación es un enfoque estructurado que permite la transformación del conocimiento en productos, servicios o procesos con valor agregado. Su importancia radica en que facilita la identificación de oportunidades, la optimización de recursos y la aceleración del desarrollo tecnológico. Dentro de este modelo, la vigilancia tecnológica, la gestión del conocimiento y la innovación juegan un papel crucial, ya que permiten anticiparse a cambios y mantener la competitividad en un entorno globalizado.
El objetivo principal del modelo de innovación es estructurar procesos de (I+D) que permitan la generación, desarrollo y aplicación del conocimiento en soluciones concretas (i+e). Esto implica facilitar la creación de nuevos productos y servicios, optimizar procesos productivos y fomentar una cultura de mejora continua.
Desde un enfoque estratégico, el modelo busca conectar a los principales actores del ecosistema de innovación: empresas, universidades, centros de investigación y gobiernos. De esta manera, se promueve la transferencia de conocimiento y el aprovechamiento de recursos tecnológicos. Un buen ejemplo de este enfoque es el modelo de la triple hélice, que establece una colaboración efectiva entre el sector académico, el sector industrial y el gobierno para potenciar la innovación.
El modelo de innovación está compuesto por varios elementos clave que garantizan su efectividad. Entre los más importantes se encuentran:
- Vigilancia Tecnológica: Permite identificar tendencias emergentes y oportunidades de innovación mediante el análisis de información estratégica.
- Gestión del Conocimiento: Facilita la recopilación, organización y aplicación del conocimiento dentro de una organización o ecosistema de innovación.
- Prospectiva Tecnológica: Proyección de escenarios futuros para orientar estrategias de innovación.
- Desarrollo Tecnológico: Aplicación de la investigación para generar soluciones tangibles.
- Ecosistema de Innovación: Conjunto de actores y recursos que favorecen la transferencia de conocimiento y la generación de valor.